El mundo se considera un lugar peligroso en el que sólo es posible conseguir lo que necesitamos si somos fuertes y agresivos. La moneda del mundo es el poder. El jefe es el que hace cumplir el orden social, a través de la fuerza si es necesario. No hay otras reglas. Este estilo de liderazgo se mantiene en las bandas callejeras o en la mafia.
La mentalidad roja es simple: si tengo más poder que tú, puedo exigir que se satisfagan mis necesidades; si tienes más poder que yo, me someteré con la esperanza de que me cuides. Hoy en día nos horroriza este uso crudo del poder y despreciamos la ausencia de reglas claras.
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Como en las manadas, el trabajo se reparte entre el macho-alfa y el resto. Para garantizar su estabilidad, se rodea de familiares cuya lealtad compra compartiendo los botines.
El jefe debe recurrir regularmente a demostraciones públicas de crueldad y castigo porque sólo el miedo y el sometimiento impiden que la organización se desintegre. Poder absoluto del jefe.
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